08 May
La diferencia entre el ministerio del Dios encarnado y el deber del hombre

Palabras diarias de Dios | La diferencia entre el ministerio del Dios encarnado y el deber del hombre (Fragmento 4)

En la Era de la Gracia, Jesús también habló mucho y trabajó mucho. ¿En qué fue diferente de Isaías? ¿En qué fue diferente de Daniel? ¿Fue un profeta? ¿Por qué se dice que Él es Cristo? ¿Cuáles son las diferencias entre ellos? Todos fueron hombres que hablaron palabras y sus palabras les parecían más o menos iguales a los hombres. Todos hablaron y obraron. Los profetas del Antiguo Testamento hicieron profecías y, de manera similar, también Jesús. ¿Por qué es así? La distinción aquí se basa en la naturaleza de la obra. Con el fin de discernir este asunto, no puedes considerar la naturaleza de la carne y no debes considerar la profundidad o la superficialidad de las palabras de alguien. Siempre debes considerar primero su obra y los resultados que su obra logra en el hombre. Las profecías de las que habló Isaías en ese tiempo no suplían la vida del hombre, y los mensajes que recibían aquellos como Daniel eran sólo profecías y no el camino de vida. Si no fuera por la revelación directa de Jehová, nadie hubiera hecho esa obra porque es imposible para los mortales. Jesús también habló mucho, pero esas palabras eran el camino de vida del cual el hombre podía encontrar una vía a la práctica. Es decir, en primer lugar, Él podía suplir la vida del hombre porque Jesús es vida; en segundo lugar, Él podía revertir las desviaciones del hombre; en tercer lugar, Su obra podía suceder a la de Jehová con el fin de seguir adelante con la era; en cuarto lugar, podía captar las necesidades internas del hombre y entender lo que al hombre le falta; en quinto lugar, podía marcar el comienzo de una nueva era y dar por terminada la vieja. Es por esto que se llama Dios y Cristo; no sólo es diferente de Isaías, sino que también de todos los otros profetas. Considera a Isaías como una comparación de la obra de los profetas. En primer lugar, no podía suplir la vida del hombre; en segundo, no podía marcar el comienzo de una nueva época. Estaba trabajando bajo el liderazgo de Jehová y no para marcar el comienzo de una nueva época. Tercero, lo que habló estaba más allá de su comprensión. Estaba recibiendo revelaciones directamente del Espíritu de Dios y los demás no entenderían incluso si las hubieran escuchado. Sólo estas cuantas cosas son suficientes para probar que sus palabras no eran más que profecías, no más que un aspecto de la obra hecha en lugar de Jehová. Sin embargo, no podía representar complemente a Jehová. Era el siervo de Jehová, un instrumento en la obra de Jehová. Sólo estaba haciendo la obra dentro de la Era de la Ley y dentro del campo de acción de la obra de Jehová; no obró más allá de la Era de la Ley. Por el contrario, la obra de Jesús era distinta. Él superó el campo de acción de la obra de Jehová; obró como el Dios encarnado y padeció la crucifixión con el fin de redimir a toda la humanidad. Es decir, llevó a cabo una nueva obra fuera de la obra que Jehová había hecho. Esto marcó el comienzo de una nueva era. Otra condición es que podía hablar de lo que el hombre no podía lograr. Su obra fue una obra dentro de la gestión de Dios e involucraba a toda la humanidad. No obró en sólo unos cuantos hombres, ni Su obra fue guiar a un número limitado de hombres. En cuanto a cómo Dios se hizo carne para ser un hombre, cómo el Espíritu dio las revelaciones en aquel momento, y cómo el Espíritu descendió sobre un hombre para hacer la obra, estos son asuntos que el hombre no puede ver o tocar. Es completamente imposible que estas verdades sirvan como una prueba de que Él es el Dios encarnado. Como tal, sólo se puede hacer distinción en las palabras y la obra de Dios, que son tangibles para el hombre. Sólo esto es real. Esto es así porque los asuntos del Espíritu no son visibles para ti y sólo Dios mismo los sabe con claridad, y ni siquiera la carne encarnada de Dios lo sabe todo; sólo puedes verificar si Él es Dios por la obra que ha hecho. De Su obra se puede ver que, en primer lugar, Él puede abrir una nueva era; segundo, puede suplir la vida del hombre y mostrarle al hombre el camino a seguir. Esto es suficiente para establecer que Él es Dios mismo. Por lo menos, la obra que Él hace puede representar completamente al Espíritu de Dios, y de tal obra se puede ver que el Espíritu de Dios está dentro de Él. Ya que la obra que hizo el Dios encarnado fue principalmente para marcar el comienzo de una nueva era, guiar una nueva obra, inaugurar nuevas circunstancias, estas cuantas condiciones por sí solas son suficientes para establecer que Él es Dios mismo. Esto lo diferencia de Isaías, Daniel y los otros grandes profetas.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

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