En la imaginación de las personas, Dios es Dios y el hombre es el hombre. Dios no habla el lenguaje del hombre ni este puede hablar el lenguaje de Dios; para Dios, las exigencias que el hombre tiene hacia Él son pan comido, mientras que los requisitos de Dios hacia el hombre son inalcanzables e impensables para este. Sin embargo, los hechos son precisamente lo contrario, Dios sólo pide el “0,1%” del hombre. Esto no sólo asombra a todos, sino que los hace sentir muy desconcertados, como si todos estuvieran perplejos y confundidos. Sólo gracias al esclarecimiento y a la gracia de Dios, las personas obtienen un poco de conocimiento respecto a Su voluntad. Pero el 1 de marzo, todos quedaron de nuevo perplejos y rascándose la cabeza. Dios pidió que Su pueblo fuera nieve resplandeciente y no nubes a la deriva. ¿A qué se refiere esta “nieve resplandeciente”? y ¿qué indica “nubes a la deriva”? Llegados a este punto, deliberadamente, Dios no está diciendo nada del significado interno de estas palabras. Esto sume a las personas en confusión y, así, su fe aumenta mientras buscan, porque es un requisito específico al pueblo de Dios y no otra cosa; de modo que todos se encuentran espontáneamente dedicando más tiempo a pensar en estas palabras inimaginables. Como resultado, de su cerebro brotan diversas ideas, copos de nieve flotan y centellean ante sus ojos y nubes a la deriva en el cielo aparecen de inmediato en sus mentes. ¿Por qué pide Dios que Su pueblo sea como nieve resplandeciente y no como nubes a la deriva? ¿Cuál es el verdadero significado aquí? ¿A qué se refieren específicamente estas palabras? La “nieve resplandeciente” no sólo hace que el paisaje se vea bello, sino que también es buena para la tierra de cultivo; es buena para matar las bacterias. Después de una copiosa nevada, todas las bacterias quedan cubiertas por la nieve resplandeciente y todo el sitio empieza a rebosar de vida. Del mismo modo, el pueblo de Dios no sólo debe conocer a Dios encarnado, sino también someterse el cuerpo al hecho de la encarnación de Dios y, así, vivir una humanidad normal. Así es como la nieve hace que el paisaje se vea hermoso; en última instancia, la madurez del pueblo de Dios pondrá fin al gran dragón rojo, establecerá el reino de Dios en la tierra, difundirá y glorificará Su santo nombre, para que la totalidad del reino en la tierra esté lleno de la justicia de Dios, proyecte el brillo de Su resplandor y reluzca con Su gloria. Por todas partes hay escenas de paz y alegría, felicidad y satisfacción, y una belleza siempre renovada. Las distintas plagas que existen en la actualidad —los corruptos caracteres satánicos, como la injusticia, la tortuosidad y el engaño, los malos deseos, etc.— están todas erradicadas y, así, tanto el cielo como la tierra son renovados. Este es el verdadero significado de “después de una copiosa nevada”. Aquellos que son nubes a la deriva son como el tipo de personas que siguen al rebaño del que habla Dios; si llegan la tentación de Satanás o las pruebas de Dios, de inmediato vagan a la deriva para no existir más. Ni siquiera su esencia sobrevivirá, porque hace mucho que se desvaneció. Si las personas son nubes a la deriva, no sólo son incapaces de vivir la imagen de Dios, sino que también acarrean vergüenza sobre Su nombre, porque tales personas corren el peligro de ser cautivas en cualquier momento o lugar, son el alimento que Satanás consume; y cuando este se las lleve cautivas, traicionarán a Dios y servirán a Satanás. Esto acarrea, evidentemente, vergüenza sobre el nombre de Dios y es lo que más aborrece Dios, ellas son Sus enemigas. Por tanto, ni tienen la esencia de las personas normales ni tienen valor real alguno para su uso. Por esta razón Dios le hace semejantes requisitos al pueblo de Dios. Pero después de entender algo de estas palabras, las personas no saben qué hacer a continuación, porque el tema de las palabras de Dios se ha convertido en Dios mismo y esto las pone en una postura difícil: “Porque vine de la tierra santa, no como el loto, que sólo tiene un nombre y nada de esencia, ya que proviene de la ciénaga y no de la tierra santa”. ¿Por qué, después de expresar Sus requisitos para con Su pueblo, Dios describe Su propio nacimiento? ¿Será que existe una conexión entre ambas cosas? De hecho, existe una relación inherente entre ellas; de no ser así, Dios no hablaría así a las personas. Entre las hojas verdes, el loto se mece hacia atrás y hacia delante, en la suave brisa. Es agradable a la vista y enormemente preciado. Las personas sencillamente no se cansan de verlo, y están ansiosos por nadar en el agua para agarrar un tallo y observarlo de cerca. Sin embargo, Dios afirma que el loto procede del lodo y que no tiene más que nombre y ninguna sustancia. Al parecer, Dios no les da importancia a los lotos y de Sus palabras se puede ver con claridad que Él siente cierta aversión hacia ellos. A lo largo de los siglos, muchos han vertido alabanza sobre los lotos, porque emergen sin mancha de la suciedad, hasta el punto de casi no tener comparación, son indescriptiblemente maravillosos. Pero a los ojos de Dios, los lotos son inútiles y esta es precisamente la diferencia entre Dios y el hombre. Con esto basta para mostrar la distancia entre Él y el ser humano, una distancia tan grande como desde lo más alto del cielo a lo más bajo de la tierra. Al venir el loto del fango, los nutrientes que requiere proceden todos de allí. Lo que ocurre es que el loto puede disfrazarse y, así, proporcionar un festín para los ojos. Muchas personas sólo ven el hermoso exterior del loto, pero ninguna de ellas ve que la vida que hay en su interior es sucia e impura. Dios declara, por tanto, que sólo tiene nombre y nada de sustancia, y esto es del todo correcto y cierto. ¿Y no se parece precisamente a esto el pueblo de Dios hoy? Sólo obedece a Dios y lo cree en apariencia. Delante de Dios, las personas tratan de ganar Su favor y se pasean para que Él esté satisfecho con ellas; sin embargo, en su interior, están rellenas del corrupto carácter satánico, su vientre está lleno de impurezas. Por tanto, Dios le formula preguntas al hombre, inquiere si su lealtad a Él está manchada de impurezas, si es pura y sincera. Cuando eran hacedores de servicio, muchas personas alababan a Dios de boca, pero lo maldecían en sus corazones. De labios eran obedientes a Dios, pero en sus corazones le desobedecían. Sus bocas pronunciaban palabras negativas y en sus corazones ocultaban la oposición a Dios. Estaban incluso aquellas cuyas acciones estaban coordinadas: soltaban obscenidades por la boca y gesticulaban con las manos, totalmente disolutas, con una expresión vívida y natural del verdadero rostro del gran dragón. Son realmente dignas de ser llamadas la prole del gran dragón rojo. Pero hoy, ocupan el lugar de “leales hacedores de servicio” y actúan como pueblo “leal” de Dios; ¡qué descaro! No es de sorprender; proceden del lodo, así que no pueden evitar mostrar cómo son en realidad. Al ser Dios santo y puro, real y actual, Su carne procede del Espíritu. Esto es definitivo y supera cualquier duda. No sólo ser capaz de dar testimonio de Dios mismo, sino ser también capaz de llevar a cabo por completo la voluntad de Dios, este es un lado de la esencia de Dios. Que la carne proceda del Espíritu con una imagen significa que la carne con la que el Espíritu se viste es esencialmente diferente a la carne del hombre, y esta diferencia radica principalmente en su espíritu. Aquello a lo que alude el Espíritu con una imagen es la forma en que, como resultado de estar cubierto por una humanidad normal, la divinidad es capaz de obrar de manera normal en el interior, que no es sobrenatural en lo más mínimo ni está limitado por la humanidad. La “imagen del Espíritu” se refiere a la divinidad completa y no está restringida por la humanidad. Como tal, el carácter inherente de Dios y Su verdadera imagen pueden vivir de un modo completo en la carne encarnada, que no sólo es normal y estable, sino que tiene majestad e ira. La primera carne encarnada sólo podía presentar al Dios de las nociones de la gente; es decir, Él sólo era capaz de realizar señales y prodigios y de pronunciar profecía. Por tanto, Él no vivió la realidad de Dios de una forma completa y, por consiguiente, no fue la encarnación del Espíritu con una imagen; Él no fue sino la directa aparición de la divinidad. Y porque trascendía a la humanidad normal, no se le denominó el mismo Dios práctico completo, sino que tenía un poco del Dios vago del cielo en Él; era el Dios de las nociones de las personas. Esta es la diferencia esencial entre las dos carnes encarnadas.
Desde el lugar más alto del universo, Dios observa cada movimiento del hombre y todo lo que las personas dicen y hacen. Incluso contempla sus pensamientos más íntimos con absoluta claridad, sin pasarlos por alto; y así, las palabras de Dios van directamente a los corazones de las personas, golpeando cada uno de sus pensamientos, y Sus palabras son sagaces y sin error. “Aunque el hombre conoce Mi Espíritu, él también ofende Mi Espíritu. Mis palabras ponen al descubierto la fea cara de todas las personas, y ponen al descubierto los pensamientos más íntimos de todas las personas, y causan que todos en la tierra caigan bajo Mi escrutinio”. A partir de esto se puede ver que, aunque los requisitos de Dios para el hombre no son altos, las personas siguen siendo incapaces de soportar el escrutinio de Dios. “Pero, aunque el hombre caiga, su corazón no se atreve a alejarse de Mí. Entre las criaturas, ¿quién no llega a amarme a causa de Mis hechos?”. Esto es incluso más indicativo de la completa sabiduría y omnipotencia de Dios, y así revela todo lo que el pueblo de Dios pensó cuando estuvo en la posición de hacedores de servicio: aunque, después de un “comercio” que acabó en fracaso, los “cientos de miles” o “millones” que estaban en su cabeza quedaron en nada, a causa de los decretos administrativos de Dios, de Su majestad e ira, aun cuando agacharon la cabeza con pesar, siguieron sirviendo a Dios en medio de la negatividad; todas sus prácticas del pasado se convirtieron en conversaciones vacías y fueron totalmente olvidadas. En su lugar, hacían a voluntad las cosas que los hacían felices a ellos y a todos los demás para mantenerse entretenidos, con el fin de pasar el tiempo o desperdiciarlo… Esto es lo que sucedía realmente entre los hombres. Así, Dios se abre al hombre y le pregunta: “¿Quién no me anhela, como resultado de Mis palabras? ¿En quién no nace un sentimiento de devoción debido a Mi amor?”. A decir verdad, las personas están dispuestas a aceptar las palabras de Dios y no hay ni una de ellas a la que no le guste leer las palabras de Dios; tan sólo es que son incapaces de ponerlas en práctica, porque son estorbadas por su naturaleza. Después de leer las palabras de Dios, muchas personas no pueden soportar estar apartadas de ellas y brota el amor por Dios dentro de ellas. Así, Dios vuelve a maldecir a Satanás y una vez más expone su feo rostro. “La era en la que Satanás corre desbocado y es locamente despótico” también es la era misma en que Dios inicia Su gran obra oficial en la tierra. A continuación, Él empieza la obra de aniquilación del mundo, es decir, que cuanto más Satanás corre desbocado, más cercano está el día de Dios y más habla Dios de la perversidad de Satanás; así se demuestra que se acerca el día en que Dios aniquilará al mundo. Esta es la proclamación de Dios a Satanás.
¿Por qué repitió Dios una y otra vez “[…] y, a Mis espaldas, se involucran en esos ‘loables’ negocios sucios. ¿Crees que la carne, con la que me visto, no sabe nada de tus acciones, tu comportamiento y tus palabras?”? No se limitó a pronunciar tales palabras una o dos veces; ¿por qué? Una vez que las personas han sido consoladas por Dios y son conscientes de la tristeza de Dios por el hombre, les resulta fácil olvidar el pasado mientras luchan por avanzar. Pero Dios no es en lo más mínimo benevolente con el hombre, Él sigue persiguiendo los pensamientos de las personas. Por ello, les pide muchas veces a las personas que se conozcan a sí mismas, que cesen en su libertinaje, que no se involucren más en esos “loables” negocios sucios y que no vuelvan a engañar a Dios en la carne. Aunque la naturaleza de las personas no cambia, hay provecho en recordárselo unas cuantas veces. Después de esto, Dios habla desde la perspectiva del hombre para revelar los misterios en él: “Muchos años he soportado el viento y la lluvia, así que Yo también he experimentado la amargura del mundo humano, sin embargo, después de una más detallada reflexión, ninguna cantidad de sufrimiento puede hacer que el hombre de carne pierda esperanza en Mí, mucho menos puede cualquier dulzura hacer que el hombre de carne se enfríe, se desanime, o se vuelva despectivo hacia Mí. ¿Acaso está el amor del hombre por Mí realmente limitado a la ausencia de dolor o a la ausencia de dulzura?”. “Todo lo que hay bajo el sol está vacío”; estas palabras tienen en realidad un significado interno. Así, Dios está diciendo que nada puede hacer que el hombre pierda su esperanza en Él ni enfriarse hacia Él. Si las personas no aman a Dios, mejor estar muertas; sino aman a Dios, entonces su sufrimiento es en vano y sus bendiciones son vacías, y se añaden a sus pecados. Porque ni una sola persona ama verdaderamente a Dios, Él dice: “¿Acaso está el amor del hombre por Mí realmente limitado a la ausencia de dolor o a la ausencia de dulzura?”. En el mundo del hombre, ¿cómo podría alguien existir sin dolor ni dulzura? Una y otra vez, Dios afirma: “Ni un solo hombre ha visto de verdad Mi rostro ni ha oído verdaderamente Mi voz, porque el hombre no me conoce verdaderamente”. Dios declara que el hombre no lo conoce de verdad, pero ¿por qué le pide que lo conozca? ¿No es una contradicción? Cada una de las palabras de Dios tiene cierto objetivo. Al haberse encallecido el ser humano, Dios emplea el principio de hacer Su obra 100% en el hombre para lograr, al final, el “0,1%” de su corazón. Así es el método por el cual Dios obra y Dios debe actuar de esta forma para conseguir Sus objetivos. Es precisamente también la sabiduría de las palabras de Dios. ¿Habéis entendido esto?
Dios afirma: “Cuando revelo Mis misterios directamente y hago transparente Mi voluntad en la carne, vosotros no hacéis caso; sólo escucháis el sonido, pero no comprendéis el significado. Me invade la tristeza. Aunque estoy en la carne, Yo no soy capaz de llevar a cabo la obra del ministerio de la carne”. En un aspecto, estas palabras hacen que, por su insensibilidad, las personas adopten la iniciativa para colaborar con Dios; en otro aspecto, Dios revela el verdadero rostro de Su divinidad en la carne. Porque la estatura de las personas es demasiado pequeña, durante el periodo en que Dios está en la carne, la revelación de la divinidad sólo es conforme a las capacidades de aceptación del hombre. Durante esta etapa de la obra, la mayoría de las personas permanecen incapaces de una aceptación completa que demuestre suficientemente lo pobres que son sus capacidades de aceptación. Así, cuando la divinidad obra, no realiza por completo su función original; esta no es sino una pequeña parte. Esto muestra que, en la obra del futuro, la divinidad se revelará poco a poco según el estado de la recuperación del hombre. La divinidad, sin embargo, no crece de forma gradual, sino que es esencialmente lo que tiene el Dios encarnado, y es distinto de la estatura del hombre.
En la creación del hombre por parte de Dios hubo un propósito y significado, y por ello Dios dijo: “Si el hombre fuese destruido por Mi ira, ¿cuál sería el significado de Mi creación de los cielos y la tierra?”. Después de que el hombre fuera corrompido, Dios planeó ganar una porción del hombre para Su disfrute; no es el caso de que todas las personas deban ser destruidas, o que sean erradicadas a la más mínima violación de los decretos administrativos de Dios. Esta no es Su voluntad. Como Dios dijo, eso no tendría sentido. Precisamente a causa de esta “falta de sentido”, se pone de manifiesto la sabiduría de Dios. ¿No hay mayor significado en que Dios hable y obre por muchos medios con el fin de castigar, juzgar y golpear a todo el pueblo y, en última instancia, seleccione a aquellos que lo aman de verdad? Y es precisamente de esta forma como se revelan los hechos de Dios y, por tanto, la creación del hombre cobra mayor sentido. Así, la mayoría de las palabras de Dios pasan flotando; esto es con el fin de lograr un objetivo y sólo esta es la realidad de algunas de Sus palabras.
Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso