22 Oct
Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación

Cada etapa de la obra realizada por Dios tiene un sentido real. En aquel entonces, cuando Jesús llegó, era varón, y cuando Dios viene esta vez es mujer. A partir de esto, puedes ver que Dios creó al varón y a la mujer para Su obra y que con Él no hay distinción de género. Cuando Su Espíritu llega, Él puede adoptar cualquier carne a voluntad y esta lo representa. Sea varón o mujer, ambos representan a Dios mientras sean Su carne encarnada. Si Jesús hubiera aparecido como una mujer cuando vino, en otras palabras, si el Espíritu Santo hubiera concebido una niña, no un niño, esa etapa de la obra se habría completado de todas formas. Si esto hubiera ocurrido, la presente etapa de la obra hubiera tenido que completarse por un varón, aunque de todas maneras la misma se hubiera completado. La obra llevada a cabo en ambas etapas es significativa; ninguna de las dos etapas de la obra se repite ni ellas entran en conflicto entre sí. En el momento de Su obra, a Jesús se le llamaba el único Hijo, lo que indica género masculino. ¿Por qué no se menciona, entonces, al único Hijo en esta etapa? Esto se debe a que las necesidades de la obra han exigido un cambio de género diferente al de Jesús. Con Dios no hay distinción de género. Su obra se realiza como Él desea y no está sujeta a ninguna restricción; es particularmente libre, pero cada etapa tiene un significado práctico. Dios se hizo carne dos veces, y sobra decir que Su encarnación en los últimos días es la última vez. Él ha venido a revelar todos Sus hechos. Si Él no se hubiera hecho carne en esta etapa para realizar personalmente una obra de la que el hombre fuera testigo, este tendría siempre la noción de que Dios es sólo varón, no mujer. Antes de esto, todos creían que Dios sólo podía ser varón y que una mujer no podía ser llamada Dios, porque todos consideraban que el hombre tenía autoridad sobre la mujer. Creían que esta no podía asumir la autoridad, sino sólo el hombre. Aun más, incluso decían que el hombre era la cabeza de la mujer y que la mujer debía obedecer al hombre y no podría sobrepasarlo. Cuando se dijo en el pasado que el hombre era la cabeza de la mujer, se dijo con respecto a Adán y a Eva, a quienes la serpiente había engañado, y no al hombre y a la mujer creados por Jehová en el principio. Por supuesto, una mujer debe obedecer y amar a su marido, y como el hombre debe aprender a sustentar a su familia. Estos son las leyes y los decretos establecidos por Jehová que la humanidad debe cumplir durante su vida en la tierra. Jehová dijo a la mujer: “Tu deseo será para tu marido y él tendrá autoridad sobre ti”. Esto sólo se dijo para que la humanidad (es decir, tanto el hombre como la mujer) pudiera vivir una vida normal bajo el dominio de Jehová, para que su vida tuviera una estructura y no perdiera el orden. Por tanto, Jehová hizo normas apropiadas en cuanto a cómo deberían actuar el hombre y la mujer, pero estas sólo se referían a toda la creación que vivía sobre la tierra y no a la carne encarnada de Dios. ¿Cómo podría ser Dios lo mismo que Su creación? Sus palabras sólo iban dirigidas a la humanidad de Su creación; eran normas establecidas para el hombre y la mujer con el fin de que la humanidad pudiera vivir una vida normal. En el principio, cuando Jehová creó a la humanidad, hizo dos clases de seres humanos, tanto al varón como a la mujer; y, por eso, hay una división entre el varón y la mujer en Sus carnes encarnadas. Él no decidió Su obra en base a las palabras que habló a Adán y a Eva. Las dos veces que se hizo carne se determinaron totalmente en línea con Su pensamiento cuando creó por primera vez a la humanidad. Es decir, Él completó la obra de Sus dos encarnaciones en base al varón y a la mujer que no habían sido corrompidos. Si el hombre aplica las palabras habladas por Jehová a Adán y a Eva, quienes habían sido engañados por la serpiente, a la obra de la encarnación de Dios, ¿no tendría que amar Jesús también a Su esposa como debería? ¿Sigue Dios siendo Dios entonces? Si lo es, ¿puede Él aún completar Su obra? Si es incorrecto que la carne encarnada de Dios sea mujer, ¿no habría sido también un gran error que Dios creara a la mujer? Si el hombre sigue creyendo que sería un error que Dios encarnara como mujer, entonces ¿no estaría Jesús, quien no se casó y que por ende no pudo amar a Su esposa, igual de errado que la presente encarnación? Ya que usas las palabras habladas por Jehová a Eva para medir la verdad de la encarnación de Dios en el presente, debes usar las palabras de Dios a Adán para juzgar al Señor Jesús que se hizo carne en la Era de la Gracia. ¿No son lo mismo estas dos cosas? Si juzgas al Señor Jesús por el varón a quien la serpiente no había engañado, no puedes juzgar la verdad de la encarnación hoy por la mujer a quien la serpiente engañó. ¡Eso es injusto! Si emites ese juicio, eso muestra tu falta de razón. Cuando Jehová se hizo carne dos veces, el género de Su carne estaba relacionado con el varón y la mujer que no habían sido engañados por la serpiente. En dos ocasiones Él se hizo carne conforme a aquel varón y a aquella hembra no seducidos por la serpiente. No pienses que la masculinidad de Jesús era la misma que la del Adán engañado por la serpiente. Jesús no tiene ninguna relación con él y son dos varones de diferentes naturalezas. ¿Ciertamente no puede ser que la masculinidad de Jesús demuestre que Él sólo es la cabeza de todas las mujeres, pero no de todos los hombres? ¿No es Él el Rey de todos los judíos (incluidos hombres y mujeres)? Él es Dios mismo, no sólo la cabeza de la mujer, sino del hombre también. Él es el Señor de todas las criaturas y la cabeza de todas ellas. ¿Cómo podrías determinar que la masculinidad de Jesús es el símbolo de la cabeza de la mujer? ¿No es esto blasfemia? Jesús es un varón que no ha sido corrompido. Él es Dios; Él es Cristo; Él es el Señor. ¿Cómo podría ser Él un varón como Adán, que había sido corrompido? Jesús es la carne vestida por el santísimo Espíritu de Dios. ¿Cómo podrías decir que Él es un Dios que posee la masculinidad de Adán? En ese caso, ¿no estaría errada toda la obra de Dios? ¿Hubiera podido Jehová incorporar dentro de Jesús la masculinidad de Adán, quien fue seducido por la serpiente? ¿No es la encarnación del presente otra ocasión de la obra del Dios encarnado, que es diferente en género de Jesús, pero igual que Él en naturaleza? ¿Todavía te atreves a decir que Dios encarnado no podría ser una mujer, ya que fue una mujer la primera que fue engañada por la serpiente? ¿Todavía te atreves a decir que al ser la mujer la más impura y el origen de la corrupción de la humanidad, Dios no podía en absoluto encarnarse como una mujer? ¿Todavía te atreves a persistir en decir que “la mujer siempre obedecerá al hombre y nunca podrá manifestar o representar directamente a Dios”? No entendías en el pasado; ¿puedes seguir blasfemando ahora la obra de Dios, especialmente la carne encarnada de Dios? Si no puedes ver esto claramente, es mejor que cuides tu lengua, para que no se revelen tu insensatez y tu ignorancia, y tu fealdad no quede expuesta. No pienses que lo entiendes todo. Te digo que todo lo que has visto y experimentado es insuficiente para entender incluso una milésima parte de Mi plan de gestión. ¿Por qué eres, pues, tan arrogante? ¡La simple pizca de talento y el conocimiento mínimo que tienes son insuficientes para ser usados en un solo segundo de la obra de Jesús! ¿Cuánta experiencia tienes realmente? ¡Lo que has visto y todo lo que has oído durante tu vida y lo que has imaginado, es menos que la obra que Yo hago en un momento! Será mejor que no seas quisquilloso ni busques fallos. No importa lo arrogante que puedas ser, ¡sigues siendo una criatura menor que una hormiga! ¡Todo lo que hay en tu barriga es menos que lo que hay en la barriga de una hormiga! No pienses que porque hayas experimentado mucho y seas un veterano, puedes hablar y actuar con una desenfrenada arrogancia. ¿No son tu experiencia y tu veteranía un resultado de las palabras que Yo he pronunciado? ¿Crees que fueron a cambio de tu trabajo y esfuerzo? Actualmente ves que me he hecho carne y, como consecuencia de ello, tienes esas ricas ideas de las que provienen innumerables nociones. De no ser por Mi encarnación, por muy extraordinarios que sean tus talentos, no tendrías tantas ideas. ¿No es de aquí de donde surgieron tus nociones? De no ser por la primera vez que Jesús se hizo carne, ¿qué sabrías de la encarnación? ¿No es por tu conocimiento de la primera encarnación que te atreves a juzgar descaradamente la segunda? ¿Por qué ibas a escudriñarla en lugar de ser un seguidor obediente? Has entrado en esta corriente y vienes delante del Dios encarnado, ¿te permitiría Él acaso hacer un estudio de esto? Está bien para ti estudiar la historia de tu propia familia, pero si intentas estudiar la “historia familiar” de Dios, ¿te permitiría acaso hacerlo el Dios actual? ¿Acaso no estás ciego? ¿No te causas desprecio a ti mismo?

Si sólo se hubiera hecho la obra de Jesús sin el complemento de esta etapa en los últimos días, el hombre se habría aferrado para siempre a la noción de que sólo Jesús es el único Hijo de Dios; es decir, Dios sólo tiene un hijo y que cualquiera que venga después con otro nombre no será el único Hijo de Dios, mucho menos Dios mismo. El hombre tiene la noción de que alguien que sirve como ofrenda por el pecado o que asume el poder en nombre de Dios y redime a toda la humanidad es el único Hijo de Dios. Hay algunos que creen que mientras el que venga sea un varón, se le puede considerar el único Hijo de Dios y representante de Dios. Y están incluso los que dicen que Jesús es el Hijo de Jehová, Su único Hijo. ¿No es esta una noción grave y exagerada del hombre? Si esta etapa de la obra no tuviera lugar en la era final, toda la humanidad estaría envuelta en una sombra cuando se trata de Dios. Así, el hombre pensaría que tiene un estatus más alto que la mujer y las mujeres nunca podrían levantar la cabeza. De ser ese el caso, ninguna mujer recibiría la salvación. Las personas siempre creen que Dios es un varón y que Él siempre aborrece a la mujer y no le dará la salvación. De ser así, ¿no es cierto que todas las mujeres creadas por Jehová y que también fueron corrompidas nunca tendrían la oportunidad de ser salvadas? ¿No habría sido entonces inútil que Jehová creara a la mujer, es decir, a Eva? ¿Y no perecería la mujer por toda la eternidad? Por tanto, esta etapa de la obra en los últimos días es para salvar a toda la humanidad, no sólo a la mujer. Si alguien piensa que el que Dios se encarnara como mujer hubiera sido únicamente para salvar a la mujer, ¡es de lo más insensato!

La obra realizada en el presente ha empujado hacia adelante la obra de la Era de la Gracia; esto es, la obra en todo el plan de gestión de seis mil años se ha movido hacia adelante. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se construye sobre la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Esto significa que la obra de hoy en día es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido una elevación de la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada una se vincula de manera conjunta con la siguiente. ¿Por qué digo también que esta etapa de la obra se construye sobre la realizada por Jesús? Si esta etapa no se construyese sobre la obra realizada por Jesús, tendría que ocurrir otra crucifixión en esta etapa, y la obra de redención realizada previamente tendría que repetirse. Esto no tendría sentido. Por tanto, no es que la obra haya terminado totalmente, sino que la era se ha movido hacia adelante y la obra se ha vuelto más elevada que antes. Podría decirse que esta etapa de la obra se edifica sobre el fundamento de la Era de la Ley y la roca de la obra de Jesús. La obra se edifica etapa a etapa, y esta etapa no es un nuevo comienzo. Sólo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años. Esta etapa se lleva a cabo sobre el fundamento de la obra de la Era de la Gracia. Si estas dos etapas de la obra no tienen relación, ¿por qué la crucifixión no se repite en esta etapa? ¿Por qué no cargo Yo con los pecados del hombre, sino que vengo a juzgar y a castigar al hombre directamente? Si Mi castigo y juicio al hombre no hubiesen ocurrido después de la crucifixión, y Mi actual llegada no es por concepción del Espíritu Santo, entonces Yo no estaría calificado para castigar al hombre. Es precisamente porque Yo soy uno con Jesús, que vengo directamente a castigar y juzgar al hombre. La obra en esta etapa se construye totalmente sobre la obra de la etapa anterior. Esta es la razón por la que sólo esta obra puede traer al hombre a la salvación etapa por etapa. Jesús y Yo venimos del mismo Espíritu. Aunque nuestras carnes no tienen relación, nuestros Espíritus son uno; aunque lo que hacemos y la obra que asumimos no sean lo mismo, somos iguales en esencia; nuestras carnes adoptan distintas formas, y esto es debido al cambio en la era y a los diferentes requisitos de nuestra obra; nuestros ministerios no son iguales, por lo que la obra que traemos y el carácter que revelamos al hombre también son diferentes. Esa es la razón por la que lo que el hombre ve y entiende hoy en día es diferente a lo del pasado; esto es así por el cambio en la era. Aunque el género y la forma de Sus carnes son diferentes, y aunque Ellos no nacieron de la misma familia, mucho menos en la misma época, Sus Espíritus son uno. Aunque Sus carnes no comparten la misma sangre ni parentesco físico de ningún tipo, esto no niega que Ellos sean la encarnación de Dios en dos períodos de tiempo diferentes. Es una verdad innegable que son las carnes encarnadas de Dios, aunque no compartan el mismo linaje o un lenguaje humano común (uno fue un varón que hablaba el lenguaje de los judíos y el otro es una mujer que sólo habla chino). Es por estas razones que Ellos realizan la obra que debe hacer cada uno en diferentes países y en períodos de tiempo distintos también. A pesar del hecho de que son el mismo Espíritu y poseen la misma esencia, no hay ninguna similitud en absoluto entre los armazones externos de Sus carnes. Simplemente comparten la misma humanidad, pero la apariencia y el nacimiento de Sus carnes no son parecidos. Esto no ejerce ningún impacto en Sus respectivas obras o en el conocimiento que el hombre tiene de Ellos, porque, después de todo, son el mismo Espíritu y nadie puede separarlos. Aunque no tienen parentesco alguno, Sus seres por entero están dirigidos por Sus Espíritus, de forma que Ellos son asignados a una obra diferente en distintos períodos de tiempo, y Sus carnes a diferentes linajes. El Espíritu de Jehová no es el padre del Espíritu de Jesús, y el Espíritu de Jesús no es el hijo del Espíritu de Jehová: ambos son el único y mismo Espíritu. Al igual que el Dios encarnado de hoy en día y Jesús. Aunque no tienen relación de sangre, son uno; esto se debe a que Sus Espíritus son uno. Dios puede realizar la obra de compasión y misericordia, así como la de juicio justo y castigo del hombre y la de traer maldiciones sobre el hombre. Al final, Él puede realizar la obra de destruir el mundo y castigar a los malvados. ¿Acaso no hace todo esto Él mismo? ¿No es esto la omnipotencia de Dios? Él pudo establecer tanto las leyes para el hombre y promulgar mandamientos, y también pudo dirigir a los primeros israelitas a vivir sobre la tierra y guiarlos para edificar el templo y los altares, reinando sobre todos los israelitas. Debido a Su autoridad, Él vivió con ellos durante dos mil años sobre la tierra. Los israelitas no se atrevían a rebelarse; todos temían a Jehová y cumplían con los mandamientos. Toda esta obra se llevó a cabo gracias a Su autoridad y a Su omnipotencia. En la Era de la Gracia Jesús vino a redimir a toda la humanidad caída (no sólo a los israelitas). Él mostró compasión y misericordia al hombre. El Jesús que el hombre vio en la Era de la Gracia estaba lleno de misericordia y siempre era amoroso, porque Él había venido a salvar al hombre del pecado. Él podía perdonar al hombre sus pecados hasta que Su crucifixión liberó completamente a la humanidad del pecado. Durante esa época, Dios se apareció al hombre en compasión y misericordia; es decir, Él se convirtió en una ofrenda por el pecado para el hombre y fue crucificado por los pecados del hombre de forma que él fuera perdonado para siempre. Él era misericordioso, compasivo, paciente y amoroso y todos los que seguían a Jesús en la Era de la Gracia también buscaban ser pacientes y amorosos en todas las cosas. Soportaban todo sufrimiento y nunca se defendían aunque les apalearan, maldijeran o apedrearan. Pero las cosas no son así en esta etapa final, del mismo modo que la obra de Jesús y la de Jehová no eran totalmente iguales aunque Sus Espíritus fueran uno. La obra de Jehová no era llevar la era a su fin, sino dirigirla y dar entrada a la vida de la humanidad sobre la tierra. Sin embargo, la obra ahora es conquistar a esos hombres profundamente corruptos de las naciones gentiles y no sólo guiar a la familia de China, sino a todo el universo. Ves que actualmente esta obra se está llevando a cabo sólo en China, pero en realidad ya ha comenzado a extenderse por otras partes. ¿Por qué razón buscan una y otra vez el verdadero camino los extranjeros? Eso se debe a que el Espíritu ya ha empezado Su obra y las palabras se dirigen ahora a las personas de todo el universo. Esto es ya la mitad de la obra. El Espíritu de Dios ha puesto en marcha una obra muy grande desde que se creó el mundo; además, Él ha realizado obras diferentes a lo largo de las distintas eras y en naciones distintas. Las personas de cada era ven Su carácter diferente, que se revela de forma natural por medio de la obra diferente que Él realiza. Él es Dios, lleno de compasión y misericordia; Él es la ofrenda por el pecado para el hombre y su pastor, pero Él también es juicio, castigo, y maldición sobre el hombre. Él pudo guiar al hombre para que viviese sobre la tierra durante dos mil años y también pudo redimir a la humanidad corrupta del pecado. Y hoy en día, Él también es capaz de conquistar a la humanidad que no lo conoce y someterla bajo Su dominio, de forma que todos se sometan totalmente a Él. Al final, Él quemará todo lo impuro e injusto del hombre en todo el universo, para mostrarle que Él no es sólo un Dios de compasión, misericordia, sabiduría, maravillas y santidad, sino que aún más, Él es un Dios que juzga al hombre. Para los malos entre la humanidad, Él es fuego, juicio y castigo; para aquellos que deben ser perfeccionados, Él es tribulación, refinamiento y prueba, así como consuelo, sustento, provisión de palabras, trato y poda. Y para los que son eliminados, Él es castigo, así como retribución. Dime, ¿no es Dios todopoderoso? Él puede realizar toda obra, no sólo la crucifixión como has imaginado. ¡Subestimas demasiado a Dios! ¿Crees que todo lo que puede hacer es redimir a toda la humanidad a través de Su crucifixión y nada más? ¿Y que, después de esto, irías tras Él al cielo y comerías el fruto del árbol de la vida y beberías del río de la vida?… ¿Podría ser tan simple? Dime, ¿qué has conseguido? ¿Tienes la vida de Jesús? Fuiste realmente redimido por Él, pero la crucifixión fue la obra del propio Jesús. ¿Qué obligaciones has cumplido como hombre? Sólo tienes la piedad exterior pero no entiendes Su camino. ¿Es así como manifiestas a Jesús? Si no has recibido la vida de Dios o visto la totalidad de Su carácter justo, entonces no puedes afirmar ser alguien que tiene vida y no eres digno de pasar por la puerta del reino de los cielos.

Dios no sólo es un Espíritu sino que también puede hacerse carne; además, Él es un cuerpo de gloria. Aunque vosotros no hayáis visto a Jesús, los israelitas, es decir, los judíos de la época, sí lo hicieron. Al principio Él era un cuerpo de carne, pero después de que lo crucificaran, Él pasó a ser el cuerpo de gloria. Él es el Espíritu todo-inclusivo y puede obrar en todo lugar. Él podía ser Jehová, Jesús y el Mesías; al final, Él puede convertirse en también Dios Todopoderoso. Él es justicia, juicio y castigo, es maldición e ira, pero también compasión y misericordia. Toda la obra realizada por Él puede representarlo. ¿Qué clase de Dios dices que es Él? Simplemente no serás capaz de explicarlo y sólo podrás decir: “No puedo explicar qué clase de Dios es Él”. No llegues a la conclusión de que Dios es siempre un Dios de compasión y misericordia sólo porque realizó la obra de redención en una etapa. ¿Puedes estar seguro de que Él sólo es un Dios así? Si Él es un Dios misericordioso y amoroso, ¿por qué llevará la era a su fin en los últimos días? ¿Por qué enviará tantos desastres? Si las cosas son como tú piensas, que Él es misericordioso y amoroso con el hombre hasta el final, incluso hasta la era final, ¿por qué enviará Él desastres desde los cielos? Si Él ama al hombre como a sí mismo y como a Su único Hijo, ¿por qué enviará Él plagas y granizo desde los cielos? ¿Por qué permite Él que el hombre sufra hambrunas y pestilencia? ¿Por qué permite que el hombre sufra estos desastres? Ninguno de vosotros se atreve a decir qué clase de Dios es Él, y nadie puede explicarlo. ¿Puedes estar seguro de que Él es el Espíritu? ¿Te atreves a decir que Él es la carne de Jesús? ¿Y te atreves a decir que Él es un Dios que será crucificado por siempre para el hombre?

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso

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