Capítulo 32 Las palabras de Dios dejan a las personas rascándose la cabeza; es como si, cuando Él habla, Dios estuviera evitando al hombre y hablando al aire, como si no pensara en absoluto prestar más atención a los hechos del hombre, y se desentendiera por completo de la estatura del hombre, como si las palabras que Él habla no fueran dirigidas a las nociones de las personas, sino que evitaran al hombre, tal como era el propósito original de Dios.
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